EN 1994, en plena época de expansión de las monedas bimetálicas en el mundo, Cabo Verde acuñó una serie de monedas bimetálicas con varias características particulares. Si bien se han tomado como monedas conmemorativas (es decir, monedas circulantes emitidas excepcionalmente para celebrar algo, que puede ser desde un hecho o personaje histórico hasta la flora y fauna del país) por sus características, en realidad conforman un extraño caso de monedas circulantes, probablemente único en el mundo.
Las monedas bimetálicas acuñadas fueron seis, con el mismo valor facial, 100 escudos. Con razón, se puede dudar de la afirmación de que son monedas circulantes y no conmemorativas. En principio, las monedas circulantes conforman un cono monetario con una unidad y coherencia estética que permita su fácil reconocimiento y distinción para el uso diario de la población, mientras que las conmemorativas pueden salir de lo común justamente para hacerse notar y llamar la atención sobre el hecho que celebran. Entonces, ¿cómo puede haber seis monedas distintas con el mismo valor facial en un cono monetario? A eso nos referíamos con que estábamos frente a un caso que tal vez sea único: Cabo Verde acuñó tres conos monetarios paralelos en el mismo año.
Pero, ¿no son series conmemorativas? No hay señales de ser conmemorativas en la propia moneda, además de que se acuñaron doce años después de las anteriores monedas circulantes y ajustándose a la nueva necesidad monetaria (dejando afuera a los valores más bajos y agregando un nuevo valor facial). Solo un valor facial no tiene tres versiones: la moneda de un escudo que tiene en su reverso una tortuga. Las piezas constan todas de anversos comunes para cada valor facial, solo difiriendo en el reverso en el que se distinguen tres temáticas: aves, flora y barcos. Desde entonces no se han vuelto a acuñar monedas circulantes de todos los valores faciales.
Vamos a concentrarnos en las piezas bimetálicas, que son las que nos convocan. Estas monedas tienen un par de particularidades que las distinguen dentro de nuestro ámbito. La primera es que tienen forma decagonal, algo muy poco frecuente y más en el ámbito bimetálico. La segunda, es que además de tener tres temas, cada una de éstas se acuñó en dos versiones con diferente aleación en el anillo: latón (la que se ve más clara y amarillenta) y bronce (la que es más oscura y rojiza).
Estas monedas fueron acuñadas el mismo año. No se trata de una diferencia de color por una mala constitución de la aleación del anillo (que se haya compuesto un metal con más o menos proporción de cada una de las partes que pudiera generar esa variante del color), sino en la elección de dos metales diferentes para hacer dos versiones de la misma pieza: si bien ambas aleaciones tienen cobre, el latón se consigue con estaño y el bronce con zinc. Tampoco se trata de un caso de abaratamiento de costos, como hemos visto que se ha hecho, ya que se acuñaron simultáneamente.
Como último detalle, hay que tener en cuenta que la versión con el anillo de bronce es una de las pocas monedas que utiliza esa aleación (y ese color más oscuro y rojizo) en monedas bimetálicas circulantes.